En Nu Colombia, creemos en la construcción de equipos sólidos y diversos, porque esa es la única forma de desarrollar productos que faciliten la vida de todo tipo de colombianos. En esta página, puedes encontrar las historias de mujeres que hacen realidad nuestra existencia. Después de todo, están aquí todos los días creando cosas increíbles y reinventando el futuro.
A continuación, escucha lo que tiene para decir Luisa Osorio, Product Manager de Nu Colombia.
Luisa Osorio, Product Manager de Nu Colombia
“A los 14 años, vivía en Orlando. A esa edad, tuve mi primer trabajo: cantaba en Disney World. En los coros de los shows de la Bella y la Bestia. Me pagaban un salario por horas trabajadas (al ser menor de edad no podía tener un contrato) y tickets que podía revender.
Un año más tarde trabajé en un Dominos’ Pizza de esa ciudad. Me ayudó tener buen inglés, que había adquirido en un colegio bilingüe en Colombia. Comencé contestando el teléfono, luego pasé a la línea de producción de pizzera y, ya con 16 años, me convertí en la gerente de la tienda. Ese año, en 2003, con mi mamá y mis hermanitos pudimos regresar a Colombia.
Reconozco que trabajar desde niña, en las condiciones que lo hice, formó mi disciplina de trabajo y me creó una cierta capacidad de resiliencia. Ya era una trabajadora cuando cursé Administración de Empresas en la Universidad de Los Andes. En Tulane University, en Nueva Orleans, EEUU, tuve luego una doble titulación en Finanzas y Mercadeo.
Nuevamente en Colombia, me formé en ingeniería de sistemas con una especialización en software product management.
Toda esa preparación profesional no me libró de ser objeto de la punzante mirada descalificadora de algunas personas en el ámbito laboral.
Cuando tenía 21 años, trabajé como asistente de la presidencia de una aseguradora global. Mi jefe era un señor de 70 años muy correcto, un gran mentor. Recuerdo que una vez me llevó a una reunión con tres señores de alta gerencia en un banco. Cuando mi jefe propuso que expusiera acerca del seguro que les ofreceríamos, uno de ellos le preguntó si le había traído “una muñequita para amenizar el almuerzo”.
Otro momento de machismo supino fue a mis 24 años.
Trabajaba entonces en una empresa de tecnología que adoraba; fue allí donde me enamoré de lo que decidí que sería la pasión de mi vida, hacer tecnología para mejorar el mundo. Mi mentor también era fantástico, pero costaba ganarme el crecimiento dentro de la compañía.
Cuando al fin me nombraron manager de un equipo de altísima complejidad técnica y de negocios, un ingeniero dijo que era ridículo, que yo no iba a entender nada y presentó la renuncia. Lo disuadieron, pasamos meses muy duros de convivencia laboral. Ahora, ese ingeniero es uno de mis mejores amigos. Suele decirme: “Si no hubiera sido por ti, seguiría viviendo en las cavernas”.
En Nu mi experiencia es completamente diferente. Pero creo que Nu forma parte de una mejoría del mundo en general. Ya no es una rareza tener a una mujer como líder en un equipo técnico.
Hoy las personas jóvenes son mucho más abiertas, están desaprendiendo de la generación de sus padres. En una década, hubo un cambio radical.
Ahora, depende de en qué parte del planeta y en qué industria estés trabajando. Hoy, en una fintech, en Colombia, tengo voz y voto. Pero el mundo está muy lejos de esta burbuja en la que vivo. Y la perspectiva de la mujer dista de ser aprehendida por muchas mujeres que no saben acerca de reivindicaciones feministas o cómo desaprender comportamientos que repiten en su contra.
Somos nosotras mismas las que debemos luchar contra esas herencias. La mujer en Colombia vive en una sociedad realmente machista. No en vano somos el país con más mujeres operadas o el país en que más reggaeton se crea. Convivimos con el estigma de que debemos ser mujeres hogareñas. Hay mucha presión social en torno a eso.
En el ámbito de trabajo, esta expectativa sobre nosotras, que nos sugiere que debemos ser obedientes y físicamente agradables, hace que debamos sonreír en todas las reuniones. “Si quieres ser una princesa, debes sonreír”, nos decían de chiquitas.
Yo no lo hago siempre. Cuando sonrío, mi sonrisa es sincera.”
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