“Esta es una sola vez en la vida”, se dijo Juan Diego Porras, mientras cruzaba la puerta de entrada en una multinacional de consumo masivo. Por entonces, cursaba las últimas materias de Administración de Empresas; éste era su primer trabajo. Y estaba dispuesto a hacerlo todo.
Hacerlo todo, hacer lo que tenía en mente, era más bien dejarlo todo. Implicaba renunciar. Tenía por entonces 23 años. Prioridades son prioridades, se dijo, confiando en que tardaría mucho, mucho menos de cuatro años en encontrar otro trabajo.
Y renunció.
2014, el regreso
Corría 2014 y se venía el torneo que cada cuatro años hace temblar las gradas del mundo con los saltos de los fans concentrados en un solo país y en unos pocos estadios.
Destino: Brasil. Se consumaba una ilusión. Después de dieciséis años sin participar del evento, de pronto Colombia llevaba un arsenal de talento en los guayos de aquellos 23 jugadores.
Juan Diego Porras tenía, además, la buena estrella de su lado: una prima vivía al borde de las playas cariocas, a cidade maravilhosa, la dorada Río de Janeiro, en Brasil.
vs Grecia, sin el Tigre (primer gol de James)
El 14 de junio, Juandi, que es, claro, colombiano, partió desde Bogotá hacia Río. Desde allí siguió viaje hacia Belo Horizonte para ver a la selección en su primer partido del Grupo C. El Mineirão estallaba de gente, de algarabía, de esperanza. Una suave sombra menguaba el calor en la cabeza de los simpatizantes, cubiertos por los seis mil paneles solares que tenía el techo del estadio.
“Había un ambiente increíble: el estadio estaba cubierto enteramente de camisetas y banderas amarillas. Cuando la música del himno colombiano paró en los altoparlantes del estadio, todos seguimos cantando al unísono, a capella. La ilusión se fue a un doscientos por ciento”, recuerda Juandi.
Colombia llegaba a ese partido tras una decepción gigantesca: su máxima estrella, el goleador que se movía como un felino hambriento y sigiloso, Radamel Falcao, había sufrido una lesión del ligamento cruzado de la rodilla izquierda. Esto había ocurrido jugando para el Mónaco francés, unos meses antes de que Colombia regresara a la máxima competencia internacional. Colombia jugaba sin el Tigre.
Ese partido lo ganó la selección nacional 3 a 0, con goles de Armero, Teófilo Gutiérrez y el 10, un joven James Rodríguez a punto de cumplir 23 años.
vs Costa de Marfil, James se agiganta
Ese martes, Juandi se trasladó hasta Brasilia, a unos 730 kilómetros de donde estaba, hacia el noroeste. Tenía entradas insuperables: detrás del arco de donde atacaría Colombia en su partido contra Costa de Marfil.
En ese partido, Teo Gutiérrez pierde “un gol hecho” mano a mano con el arquero. Cuadrado estrella un tiro contra el travesaño. Hasta que a los 60 minutos, tras un centro, el 10 conecta un cabezazo en el primer palo. Es el segundo gol de James.
“Lo vimos a tres metros del arco. Qué emocionante, fue. James hacía sus primeros pinitos con la selección, era una figura incipiente. Ya había hecho un golazo en la Eliminatorias contra Chile, había mostrado que era un 10 de calidad contra Bolivia (¡un partidazo!) y tambien había hecho un gol en Barranquilla contra Ecuador. Creo que el hecho de que no estuviese Falcao, lo animó aún más, se echó el equipo al hombro.”
Ese segundo partido contra el equipo africano terminó 2 a 1 (Juanfer Quintero hizo el otro gol); con este resultado Colombia se aseguraba el pase a Octavos.
vs Japón, la estética de un gol de James
Ese partido, jugado en la ciudad de Cuiabá, fue un puro goce para la platea colombiana. Al vestuario, tras el primer tiempo, Colombia y Japón se fueron empatados a un gol.
José Pekerman, el querido DT argentino de la selección, hizo lo que debía hacer: poner al jugador que llevaba una gracia celestial en los pies.
James dio dos asistencias a Jackson Martínez, que en ambas ocasiones definió con clase, para poner a Colombia 3 a 1. Y en el minuto 90, otro gol de James: entrando al área, con dos amagues dejó desparramados en el piso al defensor Maya Yoshida y al arquero Eiji Kawashima, para dejar sellado el resultado definitivo, 4 a 1.
La nota fabulosa de aquel encuentro la dio Faryd Mondragón, que Pekerman se dio el lujo de poner en cancha: con 43 años, se convertía así en el jugador más longevo de todos los tiempos en este torneo desde 1930.
Lo cierto es que era un 2014 brillante, y Colombia pasaba como un tren bala a la fase de Octavos de Final. En él iba un “Bandido” atracador de trenes ajenos, el Joven Maravilla. La selección, sencillamente, parecía imparable.
Gol de James: un recuerdo heroico
La previa
Todo había comenzado con un acto de fe. Antes de que Juan Diego Porras decidiera renunciar a su primer trabajo para ir a Brasil, su prima lo había tentado con una oferta indeclinable:
-Oye -le escribió al celular, una semana antes de que comience el torneo-, me están ofreciendo boletas para Octavos del partido entre el primero del Grupo C contra el segundo del grupo D. No lo pienses, Colombia va a pasar primero (sic).
“Era todo irresistible: Octavos, Colombia volvía después de dieciséis años sin jugar. ¡Y en el Maracaná! No hay estadio más mítico en Sudamérica que el Maracaná”, recuerda Juandi que pensó.
Antes de que jugara Colombia vs Uruguay, otro “duelo” sudamericano se disputaba en el mismo estadio: el local, Brasil, enfrentaba a Chile.
“Lo vimos afuera, en los botecos (bares) que rodean al estadio con millones de colombianos y miles de brasileños. Comenzamos a contagiarnos de emoción. En el puente que hay que cruzar para llegar al Maracaná, se vivía un carnaval: la gente tocaba instrumentos, gritaba, cantaba, bailaba. Era una alegría colombiano-brasilera”, relata Juan.
El minuto 28 suma 10
Apenas Juandi puso un pie en las gradas, vio cómo una ola amarilla había cubierto el estadio por completo. En esos sofocantes 35 grados Celsius, se respiraba la victoria. Juan se colocó detrás del arco que ocuparía Ospina, el arquero colombiano.
El partido comenzó con los nervios apretados de ambos equipos. Colombia, sin embargo, mostraba sus dientes. Un tiro libre de Cuadrado, un disparo de Zúñiga, un cabezazo de Jackson habían llevado algo de peligro al guardameta uruguayo, pero sin claridad.
Hasta que llegó el minuto 28, que, si los sumamos, como en la Cabalá judía, suman 10. Este es el diario de una ilusión en la voz de Juan Diego Porras, aquel joven que lo dejó todo para ver el golazo que está por venir.
Un gesto que pasa desapercibido
En el minuto 28 -relata Juandi-, Aguilar filtra un balón entre los zagueros, pero es rechazado de cabeza por “Palito” Pereyra. El rebote le cae nuevamente a Aguilar que la devuelve de cabeza.
“Y ahí pasa algo que es clave en el gol, un detalle que pasa desapercibido: James mira de reojo al arquero Muslera antes de recibir el balón con el pectoral izquierdo. Lo recibe sin atacarlo, matando la pelota para la zurda, se queda quieto. La pelota baja lentamente y la coge de pleno. Le da un golpe de cuerpo y alma que sale bombeado.
“Muslera la roza pero no puede desviarla. La pelota pega en el travesaño y entra. James hace ese gol en total magnitud de épica y belleza. El estadio se cae. Yo iba con mi prima, tenía una cerveza en la mano que salió a volar. Al lado tenía a dos brasileros de unos 30 y pico de años que abracé como si fueran mis hermanos.
“El estadio se llenó de alegría. Empezamos a gritar al unísono el nombre de James. Fue tener la piel erizada hasta el final del partido.”
“El momento más emocionante del fútbol colombiano”
En el segundo tiempo, hubo otro gol de James. Esa vez con pierna derecha, dentro del área chica, tras un centro que bajó de cabeza Cuadrado. Fue su quinto gol. Y un hito para el fútbol de Colombia: el equipo pasaba a Cuartos de Final.
“En pocas palabras -resume Juandi- fue el momento más emocionante y trascendente del fútbol colombiano. Por varios factores.”
- “Llevábamos dieciséis años viendo el torneo por televisión; teníamos una ilusión inmensa. Y el amor del pueblo colombiano a la figura de Pekerman era inaudito.
- “En Brasil, te sentías en casa: no solamente porque tenemos idiosincrasias futboleras parecidas, sino porque éramos locales, parecía haber un millón de colombianos.
- “La figura de James: Llenó al país de alegría. El gol de James pasó a la historia como un hito.”
Seis goles
James R. terminaría el torneo con seis goles (uno más hecho contra Brasil, partido de Cuartos en el que Colombia perdió –¡era gol de Yepes!). De esa forma, se convirtió en el máximo artillero del certamen, ingresando en el selecto grupo de goleadores sudamericanos del certamen, como el brasileño Ronaldo Nazario (8) o el argentino Mario Kempes (6).
Este es el diario de una ilusión, donde se juegan el sentido de lo que pasó detractores y defensores de un jugador de fútbol.
“Su actuación le permitió erigirse como la máxima figura de la historia del fútbol colombiano -sostiene Juandi, completamente seguro de lo que dice-. De haberle ganado a Brasil, no sé qué podría haber pasado”.
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