En Nu Colombia, creemos en la construcción de equipos sólidos y diversos, porque esa es la única forma de desarrollar productos que faciliten la vida de todo tipo de colombianos. En esta página, puedes encontrar las historias de mujeres que hacen realidad nuestra existencia. Después de todo, están aquí todos los días creando cosas increíbles y reinventando el futuro.
A continuación, escucha lo que tiene para decir Youlyn Chinome, senior Software Engineer de Nu Colombia.
Youlyn Chinome, Senior Software Engineer de Nu Colombia
“Soy consciente de que formo parte de una minoría en el mundo del trabajo. Tuve la fortuna de ser formada como ingeniera en sistemas, un área en la cual las mujeres son excepcionales. Esto no ha sido gratuito: cuando comencé a trabajar, a los 19 años, ganaba un tercio de lo que ganaban colegas míos hombres que hacían el mismo trabajo. Acepté esas condiciones porque pensaba que el estatus de trabajadora B era legítimo, en cuanto la empresa me permitiría ganar experiencia.
Cuando al año les planteé a mis jefes que quería un aumento en mi salario, en función de mis buenos resultados, ellos me respondieron con un lacónico: “Nosotros estamos cumpliendo con las condiciones del contrato”. Al poco tiempo ya estaba trabajando en una casa de software ganando el doble.
En Nu, trabajo desde el 4 de mayo de 2020. Mi tarea es desarrollar el software para ejecutar las necesidades de un producto y cumplir con los requerimientos que beneficien a los clientes.
Para el lanzamiento de la fase Beta en Colombia [en febrero de 2021, ya concluido], estuve encargada de todo el flujo del registro de las personas. Esto es, desde su recepción del código de invitación, pasando por todas las pantallas en que deben sumar sus datos personales (por ejemplo, la dirección correcta para que les llegue la tarjeta Nu), hasta que le decimos al cliente que evaluaremos su inscripción de acuerdo a parámetros crediticios.
Para mí, la tecnología forma parte de la evolución del ser humano. A través de ella, las pequeñas tareas operacionales de las que somos librados nos habilitan a dedicar más tiempo y energía a otras cosas, como por ejemplo el arte.
En mi rol de desarrolladora de software pienso mucho en eso, porque también me interesa la música. Toco la flauta y el piano, y me gusta mucho leer partituras. De hecho, sueño con escribir música clásica, aunque también me interesa la complejidad de los timbres y los sonidos que surgen de los sintetizadores del pop. En ese género, admiro el concepto artístico integral de Lady Gaga.
Hablando de la voz, cuando empecé a crecer profesionalmente me di cuenta que la voz de una mujer no tenía el suficiente peso para ser considerada. Entonces, habiendo aprendido canto y conociendo cierta técnica vocal (amo la música, desde Adele a Mahler), me propuse utilizar mi capacidad toráxica para hacer resonar mi caudal de voz con más fuerza. Así, en las reuniones comencé a cambiar mi tonalidad para que mi voz sonara con más autoridad; inconscientemente, terminé emulando la de un hombre.
La primera reacción natural cuando no era debidamente escuchada había sido elevar la voz. Pero comprendí rápidamente que eso reforzaba el prejuicio, y entonces que era tomada por una “histérica”. Ahora sigo impostando una voz más masculina sin darme cuenta. Es una marca que me queda.
Lo segundo es que es habitual que todas las personas nos olvidemos de pronto, en medio de una frase, cómo se llaman las cosas. Esa duda, que pueden ser segundos, en los hombres no es juzgada. En mí, muchas veces la única ingeniera entre ingenieros varones, aquello era tomado como falta de conocimiento o de seguridad.
Si eres mujer, sabes que esas dudas debilitan la autoridad de tus opiniones. El efecto fue aprender a hablar un poco más rápido sin cometer errores. Claramente, no es una exigencia justa: la sanción para las mujeres siempre está al acecho.
Estamos en pleno aprendizaje. Antes, el Día de la Mujer era, para mí, un día de celebración, aunque me daba cuenta de la veta comercial. Hoy creo que es un día más para reivindicar la lucha de ser reconocidas de una manera más justa, pelear por el reconocimiento de derechos negados y visibilizar los prejuicios a los que fuimos históricamente sometidas.
En Nu me siento feliz y segura, porque incluso tenemos una comunidad de mujeres donde construimos día a día un sentido nuevo en torno a nuestra condición de mujeres. Claro que hay mucho por mejorar. Todas las personas crecimos en un sistema machista. Y muchos hombres bienintencionados a veces no se dan cuenta de que son parte de esa cultura.”
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