Entre los casi 200 artistas que se presentaron en Colombia el año pasado, tuvimos la oportunidad de ver a Karol G, Bad Bunny, The Killers, Guns and Roses, La Rosalía y Coldplay. A estos conciertos asistieron más de 600,000 personas; es decir, el equivalente a la población de ciudades enteras.
Cifras como esta nos recuerdan que los conciertos son una de las industrias culturales que más dinero mueven alrededor del mundo. Y para comprender un fenómeno de esta magnitud, que va mucho más allá de la música y se inserta en la manera en que priorizamos nuestros hábitos de consumo, en este episodio de “¿Por qué gastamos?”, Juan Fernando Sánchez, quien hace de host, conversa, entre otras, con voces como las de Alejandro Marín, periodista y director de La X; María Camila González y Angélica Gómez, fundadoras de Economía para la Pipol; Camilo Herrera, fundador de RADDAR, Consumer Knowledge Group, o Gabriel García, CEO de Páramo Presenta.
De espectadores privilegiados a música en nuestros bolsillos
La relevancia social de los conciertos puede rastrearse en momentos de la historia como la antigüedad o en las monarquías europeas del siglo XVIII, cuando los artistas tocaban en espacios privados para unos cuantos privilegiados.
Sin embargo, es a mediados del siglo XX –tiempos del blues y del rock & roll–, cuando las cosas se transforman, algo más cercano a como las conocemos hoy: verdaderos fenómenos masivos que permitían ver de cerca a las estrellas del momento. De conciertos organizados por emisoras a la presentación de los Beatles en el Shea Stadium de Nueva York, en 1965; de Woodstock, en 1969, a las innovaciones performáticas que representó Led Zeppelin para la espectacularidad de los conciertos… las presentaciones de músicos en vivo han ido cambiando e incidiendo en nuestro estilo de vida.
De acuerdo con Alejandro Marín, uno de los hitos que más impacto tuvo para los conciertos en la industria musical fueron las plataformas digitales. Antes de estas, las ganancias provenían de las ventas de discos, vinilos y CD. Pero, “en el momento en que desaparece para los artistas esa fuente de ingreso, el negocio de los espectáculos en vivo, de repente, estalló”. Dado que ahora tenemos acceso a 250 millones de canciones, los conciertos han pasado a convertirse en símbolo de experiencias irrepetibles en nuestras vidas.
Son las emociones…
Y aquí es donde se evidencia claramente su incidencia en nuestros hábitos de consumo. De acuerdo con Camilo Herrera, generaciones como los millennials y los centennials ya no buscan la estabilidad. Al contrario, los mueve la variabilidad; es decir, la búsqueda de experiencias nuevas, que no los aten a nada y que les permitan acceder a vivencias únicas que, lejos de la responsabilidad, el compromiso o la racionalidad, están motivadas por el deseo y la emocionalidad.
“La mamá de las experiencias es ir a conciertos”, afirma en un momento Juan Fernando Sánchez”, por los niveles de ansiedad y adrenalina que logran movilizar. Y es que justamente, como nos lo revelan en este episodio, detrás de nuestra relación –obsesiva– con la música y los conciertos se encuentran emociones como el miedo, la nostalgia y la vanidad. Miedo: porque cada oportunidad de ver a nuestro artista soñado puede ser la última: Nostalgia: porque la música nos conecta con distintas etapas de nuestra vida, algunas de las cuales queremos revivir. Vanidad: porque los conciertos son momentos únicos para exponer en nuestras redes sociales, para que todos sepan que estuvimos “ahí”.
Historia, artistas icónicos, experiencias irrepetibles, industria musical, dinero y emociones son algunas de las entradas a la exploración de nuestra relación con los conciertos; un campo de consumo que, solo con La Moradita, de Nubank, ha generado 33,000 transacciones en entradas a eventos culturales. Y lo que falta, pues se calcula que para el próximo año la industria de los conciertos alrededor del mundo moverá alrededor de 30 mil millones de dólares.
Conciertos sin culpas
Y claro, dado que “Por qué gastamos” busca también ayudarnos a gastar sin remordimientos, este primer episodio termina con recomendaciones de Karem Suárez, nuestra embajadora, para que cumplamos ese sueño de ver a ese artista sin impactos negativos para nuestro presupuesto:
- Haz el presupuesto: dado que nunca nos vamos a perdonar no ir al concierto de nuestro artista favorito, es importante que destinemos, mensualmente, una parte de nuestro presupuesto para “conciertos”.
- Aprovecha los festivales: estos eventos son la oportunidad perfecta para ver muchos más artistas a un menor costo.
- Recuerda el “pre”: además de las entradas, ten en cuenta otros gastos, como transporte, alimentación y un colchoncito para imprevistos en el evento.
Dale play a el episodio completo o en tu plataforma de streaming favorita.
Conéctate aquí con “¿Por qué gastamos?”, el nuevo podcast de Nu, en el que exploramos cómo nos gastamos la plata en el mundo contemporáneo y damos algunos tips para seguir haciéndolo sin remordimientos.
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