Taharka Carrington creció en la playa, en Parlatuvier, en el pueblo de su padre. Parlatuvier está a cuarenta minutos en carro desde Scarborough, la capital de la isla de Tobago, parte de Trinidad y Tobago, parte de las Antillas.
Taharka creció en el borde en que el Mar Caribe mezcla sus venas con el torrente musculoso del océano Atlántico.
Si tiene que elegir tres condiciones que lo definen, este caribeño de 28 años se define como afrotrinitense, muy playero y sibarita. Se crió manipulando las redes de pesca. De chico solía comer lo que él mismo sacaba del mar: caballas, king fish, barracudas, salmones, atunes, bonitos.
Iba a la escuela frente al mar. Con sus compañeros, se escapaban cada vez que podían para mirar las suaves olas desde el muelle; lo llamaban el break beach. Luego cocinaban ahí mismo en la playa, jugaban fútbol, se metían al mar y volvían a comer.
Durante el verano, entre julio y agosto, si no estaban pisando la arena, estaban flotando sobre el agua.
– Wah gwan? -le preguntaban en dialecto al que recién llegaba. What’s up? ¿Qué hay?, le preguntaban.
Entre la mañana y la noche, era solo eso: arena y agua, el sol, la pesca y el fuego.
A la distancia de un anzuelo
Tobago es una isla de 60 mil habitantes; está a unos 2000 kilómetros hacia el este de Barranquilla.
Ahora que lo piensa, dice Taharka, cuando se mudó a la ciudad colombiana de Barranquilla, en 2017, debe haber sentido porque estaba en el mismo paralelo de su casa, como a tiro de una caña de pesca. Tobago como su propio pez.
Entonces no salgamos todavía de Tobago, porque allí anida la historia que Taharka tiene para contarnos, una historia en la que se mezclan el periodismo, el deporte y el consejo de un viejo sabio que lo sigue como un mantra.
El cuento de Taharka y el Rayo
Usain Bolt conoció a un niño de 8 años en Trinidad y Tobago llamado Taharka. Eso fue mucho antes de quebrar por primera vez el récord de 100 metros llanos con sus 9’72’’, que fue incluso antes de las Olimpíadas de Pekín 2008 (en la que incluso bajó esa marca aún más).
Cinco años antes, cuando el velocista jamaiquino todavía era un joven amateur, rompió varios récords de los Juegos Carifta, que reúne a los atletas del Caribe. Afuera del Hasely Crawford National Stadium, en la ciudad capital de Trinidad y Tobago, Port of Spain, había un sitio en donde los corredores calentaban.
Taharka era un voluntario que llevaba canastos con ropa y botellas de agua.
Ese día no se atrevió a dirigirle una palabra. Le acercó una botella y lo miró con cierta admiración, como a un animal recién nacido. “Usain Bolt no era famoso todavía, aunque su nombre sonaba como uno de los deportistas con más potencial”, recuerda Taha.
Pero el sábado 17 de mayo de 2008, durante los Hampton Games -antes de los Juegos Olímpicos de China- Taharka vio en el mismo estadio cómo “Lightning Bolt” ganaba los 100 metros llanos con una marca también menor a los 10 segundos. Y entonces se le atrevió a hablar.
Ping-pong con Usain Bolt
De aquella escuela a la que se escapaba para ir a ver el mar, le había quedado un amigo profesor, que en ese momento, en 2008, trabajaba en radio I 95.5 FM.
– Hola, Profe, wah gwan? -lo interceptó Taharka en la calle.
– Bien. Estoy yendo al estadio a hacer algunas entrevistas con atletas. ¿Quieres venir?
El problema era que Taharka no tenía credencial de periodista acreditado. “Si alguien te pregunta tu nombre -le dijo el maestro-, le dices que eres Taharka Clarke, mi hermano menor.”
Cuando Taharka entró al predio, vio a Usain Bolt otra vez en el área de calentamiento. Al lado del atleta colgaban unos spikes de color oscuro, no todavía los dorados con que ganaría la medalla dorada de Pekín.
Atrapa el pez
Vio al atleta distendido, en un momento de descanso, jugando con su celular nuevo. La escena duró hasta que el atleta devolvió la mirada a aquel joven que lo observaba con ojos de pez dorado.
– ¿Qué deportes juegas? -le preguntó el Rayo.
– Tenis de mesa -le respondió Taha, casi inmóvil.
– No! Yuh too short man! – “¡Eres muy bajito!”, le dijo Bolt con su acento jamaiquino-. Vamos a tomarnos una foto.
El flash de Clarke, el profe periodista, relampagueó como cuando el brillo del sol relampaguea debajo del agua. Pero esa foto se perdería al mes, cuando le robaran en el departamento.
Nos queda la esperanza de que quizá Usain Bolt conserve la foto con Taharka Carrington. Que la conserve como si se tratase de un amuleto perdido en las profundidades del tiempo, antes de que el Hombre Rayo inscribiera su nombre en oro.
Taharka morado: Product Operations en Nu
Nacido en 1994, Taharka se fue de Tobago en 2014 para estudiar Economía en la University of the West Indies, la mejor del Caribe y una de las que se encuentra entre el 1% de las universidades más encumbradas de América Latina.
Entre 2015 y 2016, Taharka vivió en Montreal, Canadá, como parte de una beca del Caricom para estudiar Econometría en la Concordia University. Luego de unos años, en que trabajó en el Banco Interamericano de Desarrollo y la industria de la alimentación, Taha finalmente se unió a Nu Colombia.
“ En Nu trabajo como Product Operations, ProdOps, que antes llamábamos Bizarchs (Business Architects) -cuenta Taharka-. Básicamente, mi rol es percibir las oportunidades de mejoras y hacerlas escalables. Planteo los dashboards para monitorear los progresos, sigo las métricas. En el caso de Transacciones, me encargo de todo el life cycle”,
Acostumbrado a los dialectos -ahora hablando un dialecto anlgo-corporativo-, este ProdOps llegó a Nu en abril de 2021. Además de en Transacciones, trabajó en el crecimiento de los pagos a través de Apple Pay y en Avances de Nu.
“Taharka, ¿cómo toda esa historia en Tobago ha impregnado tu trabajo en Nu?”
“Yo quería ser periodista deportivo -recuerda Taha-. De hecho, además de Bolt conocí a Dwight Yorke y Andy Cole, goleadores del Manchester United triple campeón de la temporada 98-99.
“Además, entre otros, pude entrevistar a leyendas como el keniata Wilson Kipketer, récord mundial de los 800 metros; o a Brian Lara, el Michael Jordan del cricket.
“En todo ese tiempo, tuve un mentor. Un periodista que había trabajado para la BBC y cubierto la Guerra de Vietnam: Julian Mounter.
“Y Julian un día me dijo: ‘La cualidad número uno de un buen periodista es que pueda encontrar cualquier información y a cualquier persona. Si eso significa que tengas que montar guardia 48 horas en la puerta de la casa de alguien, lo haces. Siempre tienes que encontrar un camino’.
“Bueno, cada vez que como Product Ops aquí en Nu me encuentro con algún escollo, alguna traba, pienso en Julian. Y siempre, siempre, me digo que encontraré algún camino.”
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