No hace mucho tiempo, cuando estaba visitando a mi mamá, mi hija, que en ese entonces tenía 7 años, me miró asombrada y me preguntó: “¿Papá, para qué es esto?”, señalando un objeto que usábamos los de otra generación:
Basta decir que no era una antigüedad centenaria, sino que era el teléfono con el que hacía llamadas cuando era más joven -y no, no soy tan viejo :). Pensando en ello, reflexioné sobre lo rápido que estaba cambiando el mundo, y que no había signos de desaceleración.
Esto trae a colación el papel que juega la tecnología en el aumento de la velocidad del cambio. Desde la burbuja de las puntocom hasta los vehículos autónomos, hoy en día no es fácil imaginar un negocio sin algún grado de dependencia de la tecnología. Esto especialmente con las soluciones de software y, más recientemente, con la presencia cada vez más generalizada de la inteligencia artificial.
El software ya se comió al mundo
Hace unos diez años, Marc Andreessen publicó su famoso artículo “Por qué el software se está comiendo al mundo”, en el que expuso cómo el software estaba aumentando la penetración en múltiples tipos de negocios y se estaba convirtiendo lentamente en una capacidad central en lugar de algo apenas deseable, un nice-to-have.
Desde ejemplos clásicos como la ex librería Amazon, la casa de alquiler de DVD Netflix, pasando por industrias como el entretenimiento y las telecomunicaciones, Andreessen ofrece una buena descripción general del estado-del-arte en aquel tiempo.
Y cuando comparamos eso con la situación actual, uno solo puede pensar en el film Volver al futuro, y ciertamente decir que el software ya no se está comiendo el mundo, sino que posiblemente ya se lo ha comido (o al menos está muy cerca). Así que tal vez haya llegado la hora de que la humanidad se coma al software de postre.
Comencemos, pues, con un concepto no tan conocido: “desmaterialización”.
Desmaterialización y Software
Según Wikipedia, el término desmaterialización en economía se refiere a la reducción tanto de la cantidad de objetos como del número de materiales utilizados para cumplir una función (ya sea producir un nuevo teléfono celular, construir una nueva casa o incluso hacer una transferencia de dinero).
Con el propósito de ilustrar la desmaterialización como la otra cara de la moneda de la revolución del software, profundizaré en algunos de los ejemplos a los que comúnmente se hace referencia cuando se habla de la ahora omnipresente “Transformación Digital”, y trataré de explicar cómo “hacen más con menos”.
Netflix
¿Recuerdas cuando algunos criticaron el cambio del negocio de DVD al streaming online? En lugar de enfocarse en mover discos físicos y construir una red logística, Netflix se enfocó en entregar contenido (si aún extrañas Blockbuster, todavía hay uno abierto).
Ese movimiento valió la pena, ¿verdad? La empresa, que para 2007 había entregado su DVD mil millones y tenía alrededor de 7,5 millones de clientes atendidos en 50 centros de distribución, pudo crecer a más de 200 millones de clientes en 2020 (¿puedes imaginar cuántos centros de distribución hubiera necesitado para eso?).
Nubank
¿De verdad quieres hacer fila en una sucursal física, esperando horas para administrar tu propio dinero? Una estimación de 2014 comparó el costo de los depósitos bancarios en diferentes canales, con un costo de $0.65 en cajero, $0.08 en cajero automático y $0.03 en móvil.
Además, el costo de construir una sucursal física puede ser del orden de millones de dólares. Nubank demostró que todos pueden ser atendidos de manera eficiente utilizando el poder de la tecnología. Nacida en 2013, actualmente tiene alrededor de 50 millones de clientes.
Música digital
Cualquier canción en cualquier lugar, no tienes que comprar el CD completo solo por una canción que te guste (por no decir cuando compras el CD y se raya). El modelo tradicional que comenzó con la grabación de música, y luego con la impresión de copias que van a la tienda y que luego compras para escuchar en tu casa, fue cambiado primero por iTunes (permitiendo comprar canciones específicas y descargarlas), y luego por compañías como Spotify, donde no compras, pero consumes lo que te gusta.
En 2018, según IFPI (Federación Internacional de la Industria Fonográfica), los ingresos por streaming superaron las ventas físicas. La capacidad de llevar la música a cualquier lugar, sin depender del transporte de un disco físico, utilizando el poder de Internet, fue clave en esta revolución.
Daniel Ek (fundador de Spotify) habló de “casi 40.000” pistas cargadas por día a Spotify; todo a una app-clic de distancia, una tarea difícil si hablamos de cambiar CDs en nuestros Discmans.
El Software y el Tiempo
Como resultado de esos ejemplos, el software fue un componente clave del éxito de esas empresas, ya que ayudó a optimizar el uso de los recursos, que van desde tiendas, DVD y CD, hasta posiblemente el recurso más valioso que tenemos: el tiempo.
La desmaterialización es un concepto poderoso y el software ha ayudado enormemente en este sentido. Pero ahora veamos cómo se hizo más evidente a la luz de los acontecimientos recientes.
La pandemia y la paradoja de la Transformación Digital
Hemos estado escuchando hablar de Transformación Digital durante al menos los últimos diez años (a veces en exceso, hasta llegar a convertirse en una palabra de moda para los consultores). Muchas empresas solo lo entendieron como: crear una aplicación móvil elegante o tener un sitio web agradable, que al final dirigía al cliente a una sucursal física o a un formulario de contacto.
Y entonces, vino la pandemia. Dadas las restricciones de movilidad, muchos negocios se dieron cuenta de que tenían que cambiar la forma en que atendían a sus clientes pero no tenían idea de por dónde empezar. Y como dijo un famoso cómic, para muchos de ellos el Covid se convirtió en el “líder de la transformación digital”.
Empezaron a aparecer nuevas aplicaciones y prácticamente todas las empresas intentaron tener algún tipo de presencia digital en Internet, ya sea a través de sitios web tradicionales, o aprovechando el poder de las redes sociales como Instagram. O incluso nuevos canales como Whatsapp.
De una forma u otra, las empresas de todos los tamaños tuvieron que comenzar a aprovechar el software como una parte importante de sus operaciones, ya sea software creado por ellos mismos o por terceros, como se mencionó anteriormente.
Bien, y entonces, ¿qué hay de postre?
Y esto nos lleva a nuestro postre: ¿qué viene después del software? Hemos visto cómo el software ayudó a las empresas a “disrumpir” en negocios establecidos hace mucho tiempo, y cómo hoy en día es posible que puedas encontrar una aplicación para comprar lo que quieras. Pero ahora es el momento de hacer un esfuerzo, para convertir a la tecnología en una fuente de bienestar para la humanidad.
Hemos oído hablar de la inteligencia artificial y de cómo algunas empresas la utilizan para hacerte comprar más, dirigirse a ti con más anuncios o incluso predecir cuál será tu próxima compra.
Ahora el gran reto es incluir en la ecuación los grandes problemas de nuestra época -traer de nuevo el factor humano– e incluir la pregunta “por qué esto ayudaría a hacer un mundo mejor” en el diseño y desarrollo de productos (la mayoría de ellos potenciados por software).
Entonces, ¿cómo podemos ayudar a mis clientes a gastar menos? ¿Cómo mejorará esto la vida de alguien? ¿Cómo puede esto reducir la pobreza?
La era phygital
El software y la tecnología seguirán evolucionando y será más común escuchar hablar de phygital o “figital”: en un movimiento pendular de volverse todo digital, nos recordará que todavía vivimos en un mundo físico.
Pero la importancia de pensar en seres humanos y no solo en usuarios a la hora de pensar en nuevos productos y soluciones será de suma importancia en los próximos años.
El futuro es brillante y estoy ansioso por ver todos los avances. Espero contribuir con mi granito de arena desde Nu a cualquiera de esos cambios por venir. Creo que todos y todas podemos hacerlo.
Y recordando la pregunta que me hizo mi hija, me imagino a mis nietos, al mostrarles cómo usaba un celular para hacer llamadas, un poco como en “Volver al futuro”, diciéndome: “¡¿Quieres decir que tenías que usar tus manos?! Eso es como el juguete de un bebé”.