No había tenido tiempo de prestar atención a los bustos de los compositores del foyer. Le sudaban las manos. El Gran Hall del Conservatorio de Moscú, con su estilo rococó, con el estilo imperial de la antigua dueña, la princesa Ekaterina Dashkova, con el busto barroso del húngaro Béla Bartók, con ese tono de un maíz rabioso, todo, todo lo hacía sentir pequeño.
Aún así, a pesar de las dudas, Antonio Agustín Carbonell Reyes cargaba en sus dedos la potencia que desde niño habían admirado sus primeros maestros de la ciudad de Cienfuegos, Cuba. Y que ya adolescente habían festejado su maestro ruso Valery Kamyshov y su mentor, Silvio Rodríguez (no el cantautor), en La Habana.
Un cubano en la URSS
Antonio estaba allí un día de 1978 -inicio de la guerra afgano-soviética, último año del período de la distensión entre las dos potencias de la Guerra Fría- a punto de participar en el Concurso Internacional de Piano Tchaikovsky. Un certamen -la gloria para los jóvenes pianistas- del que lograría una beca para quedarse en Moscú un buen tiempo.
Todo ese aura -el maestro, el maestro cubano, el maestro cubano que había vivido y sobrevivido a un mundo apocalíptico-, colmaba la sala de piano de la Universidad de los Andes, en Bogotá, Colombia, cuando Frederick Dacosta, estudiante de Literatura, entró en el aula.
Fredo, pianista de Nu
Entre ese Fredo y el actual, pasaron ya nueve años. En Nu, Frederick -o Fredo- se dedica, entre otras cosas, a escribir todo lo que aparece en la app de Nu. Es lo que se llama un Content Designer.
“Trabajo en el equipo de Producto y Experiencia -cuenta-. Mi tarea es entender cómo las personas interactúan con los productos digitales y acercar soluciones lo más simples y transparentes que pueda. Tiene mucho de psicología: hay que entender cuándo un usuario se fatiga, cuándo ciertas palabras lo frustran, cuándo lo animan a completar la tarea a la que se había encomendado.”
Que un Content Designer tenga oído y sea un amante de la literatura es una ventaja para los usuarios de la app. La idea detrás de su trabajo es la de facilitarle la vida a las personas para que consigan rápidamente lo que buscan al entrar.
Usa la bomba
Fredo se había acercado a pedir prestada la sala de piano para preparar una pieza sobre el Romanticismo alemán de fines del siglo XVIII: quería acompañar un trabajo para una materia de Literatura, la carrera que finalmente estaba cursando.
— ¡Ah, qué chévere! -le dijo el maestro-. ¡Hay talento en todos lados!
Después de tocar, el Maestro Carbonell Reyes no se mostró impresionado, pero vio en Fredo el potencial. Así que lo invitó a tomar clases para que audicionase en la Cátedra de Piano.
Mientras tanto, la familia lo presionaba para que estudiara una segunda carrera -Economía, Administración-, pero Fredo hizo el test para entrar en la carrera de Música de la Universidad Javeriana. Preparó Invención a Tres Voces en Do Mayor, de Bach, y Murmullos de Primavera, del compositor noruego Christian Sinding. Luego, lo aceptarían también en UniAndes.
Disciplina y abstracción
El profesor cubano comenzó a exigirle como si estuviera en la escuela rusa del autor de “El Lago de los Cisnes”. Al fin de cuentas, moldeado en la escuela soviética, no se parecía en nada a la versión hollywoodense de la profesora de danza de la serie Fame, de los años 80 («¿Quieres la fama? La fama cuesta y aquí es donde vas a empezar a pagarla.».)
— ¡¿Entiendes lo que está pintado en la partitura?! – lo solía regañar el profesor.
“Mi oreja no estaba lista para eso -recuerda Fredo-. Así fue la dinámica, la medida de nuestra relación. Me decía con su acento cubano: ‘¡Niño animalito de Dios: al menos finge que tienes corazón, usa la bomba! O: ‘¡Eres mocho de las dos manos, con esos dedillos que parecen fideos!”
Lo cierto es que de unos 400 músicos, Fredo fue el único pianista que quedó, tenía 17 años. Hasta entonces, no tenía pensado estudiar música, seguía pensando en Literatura. Pero se dijo que merecía la pena explorar aquel camino.
— El maestro Carbonell fue una figura determinante en mi vida. Aprendí la disciplina y un nivel de abstracción tan exigente que es el que aplico todos los días hasta hoy. Era estricto, pero también un hombre dulce y sensible.
En los tantos años del “Conservatorio Carbonell”, sentado mano a mano con el maestro, replicando una nota diez, cien, mil veces, el maestro le dijo apenas en dos ocasiones algo así:
— Eso que tocaste recién hubiera sonado bien aquí o en la Gran Sala de Moscú.
Declamación interior
— Por ejemplo, tengo ahora en mi cabeza, una frase de Paradiso: “Te vas ahora justo que alcanzaste tu definición mejor”. ¡Uf, qué poder! Me gusta cómo Lezama Lima pone los adjetivos al final. Tiene una morfología específica. El adjetivo mejor adquiere una importancia mayor que el sujeto tácito Tú.
Dice Fredo.
Las palabras extendidas sobre la noche
En su familia, todos están conectados por las palabras. Todos son oradores. Hay abogados, hay vendedores, y hay “parlanchines profesionales”, cuenta Fredo, el menor de siete hermanos, hijo de un pescador barranquillero y una odontóloga de Bogotá.
Criado en el barrio de Colina Campestre, Bogotá, en la casa de los Dacosta se jugaba con las palabras. En las reuniones familiares, solían hacer declamaciones. Era como una marca de sangre, el blasón que definía la estirpe.
De pronto, alguien se levantaba de la mesa y declamaba. Fredo recuerda unos versos de Rafael Pombo: “Mariposa, vagarosa, rica en tinte y en donaire…”.
¡Vocaliza!
Leía con fruición en su recámara durante las largas noches en que la niñez suele comenzar a interesarse por la oscuridad del cielo. Fredo traspasaba largamente la duración del día con un libro, como aquellos ladronzuelos que se lanzan sobre el muro para hurtar una manzana del jardín vecino.
– ¡Mira a los ojos! ¡Vocaliza! – lo entrenaba su padre, estricto.
Desde los 12 años le decía a todo el mundo que él iba a estudiar literatura, y nunca cambió de opinión.
Literatura en un maletín
Mientras tanto, el piano se volvió lo más importante. La mesada que recibía en algún momento menguó, así que el joven músico, estudiante de Literatura, en 2015 se metió a trabajar los sábados como profesor en el Programa Infantil y Juvenil de Formación Musical de UniAndes, donde había audicionado ya a los 14 años.
— Fui uno de los profesores más jóvenes de la Universidad de Los Andes”, dice Fredo.
Además puso en la puerta de su casa de Colina Campestre un gran banner con la fotografía de su piano de cola, un Weber Premium Edition. “Clases de piano.”
Su vida se convirtió en una montaña rusa. Iba a la facultad, salía y daba clases de piano dos veces al día. Volvía a la universidad y tocaba con sus compañeros siete horas seguidas, hasta la medianoche. Lo mismo hacía los sábados, cuando salía de dar clases en el Programa: volvía a la universidad y tocaba con sus compañeros siete horas seguidas.
Estaba exhausto. Cuando faltaban dos semestres, dejó la carrera de piano.
— En ese momento, me vestí de lo que creía era un hombre de negocios: me compré un traje de paño, un maletín de cuero y salí a conocer los negocios por dentro.
UX, una nueva disciplina
Fredo entrevió que se abría un espacio para la escritura y la palabra en la novísima disciplina del mundo digital llamada Experiencia del Usuario (UX, como se la conoce en la jerga). Comenzó a trabajar en fintech sin saber nada. No tenía idea de qué era el Diseño, y mucho menos qué significaba cuando se hablaba de Experiencia.
— Era un mundo mucho más lejano de la literatura de lo que hubiera imaginado. Fue mi tercera carrera, la vida me cambió mucho -reflexiona.
Creció en ese nuevo trabajo. Trabajó como asesor de empresas en Factoring, Legaltech y Insurtech, que vinculan las finanzas, el derecho y los seguros con la tecnología. Asesoró a una asociación de fintechs en planeamiento de producto y estrategia, y ayudó a desarrollar empresas de crowdfunding.
Hasta que Nu llegó a su vida: en junio de 2021 lo llamaron para ser el primer Content Designer de Nu Colombia.
— No pensaba en volver al Diseño -cuenta Fredo-. Pero cuando llegó la propuesta de Nu, me dije ¡pucha, hay que jugar en el Barça!
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Fredo y el trabajo de Content Designer en NU
La tarea de Fredo en Nu está signada por las palabras. Y tiene dos ejes:
- Usabilidad: medida en la cual un producto puede ser empleado por los usuarios para conseguir objetivos específicos con efectividad, eficiencia y satisfacción, en un contexto de uso determinado.
- Accesibilidad universal: es lo que permite que cualquier objeto sea apto para todo público -también se aplica a las visitas a un lugar o al acceso a un servicio-, independientemente de sus capacidades técnicas, cognitivas o físicas.
“El Diseño de Producto es un árbol joven de nuevas disciplinas, con un desarrollo incipiente en las empresas tecnológicas -explica Fredo-. Content Design es una de las más nuevas entre ellas; y en todas las empresas que he trabajado, Nu sin dudas es en la que más desarrollo tiene.”
Una mañana lluviosa en Bogotá, en un café, al lado de los sonidos de un metegol, Fredo conversa animadamente:
– ¿Qué de toda esta historia ha influido a Fredo en su trabajo en Nu?
— La música, la poesía, la lírica -responde Fredo- tienen el mismo origen. En la Antigua Grecia, no se recitaba La Ilíada sin un acompañamiento instrumental. Sólo comenzaron a separarse estas artes desde el Medioevo.
El Content Designer de Nu dice que lo que más incumbe en su actual trabajo de su formación como pianista es la sonoridad. La sonoridad en la escritura. Básicamente, “cómo suenan las palabras al juntarse”, dice.
— Al escoger una palabra, mi cabeza hace involuntariamente ya relaciones sonoras y musicales, que juntas dan un ritmo interesante, o que se entienden mejor en un margen de espacio muy pequeño, como en una app.
El nombre completo de Frederick Dacosta es Frederick George Dacosta Ordóñez Durán Villamín Minot. Fredo contiene todo el abecedario en sus nombres, su propio Aleph.
Todas esas lenguas habitan el idioma de sus manos, que hoy escriben la app de Nu y que, de pronto, giran, como en un pasadizo, para tocar el Momento Musical Número 4 de Rachmaninoff en su piano de cola, mientras sueña con escuchar la voz del Maestro que por tercera vez le dice:
— Eso que tocaste recién hubiera sonado bien aquí o en la Gran Sala de Moscú.